Definitivamente, el desastre que se está mirando en las dos parcelas que fueron sembradas de garbanzo en los extremos del Valle de San Luis, una en el ejido Nuevo Michoacán y la otra en el San Luis, le dan la razón al Ing. Juan Armenta al decir que el clima es el causante de los estragos que se están presentando en la agricultura.
Con insistencia, el agrónomo primeramente demandaba el cambio de fechas de siembra del algodonero, pero después decía que el reordenamiento de cultivos debe ser en todos, y esto se está comprobando con lo sucedido en el garbanzo.
Sin ninguna explicación técnica porque las autoridades agrícolas no le dieron importancia a esta leguminosa, los propietarios del cultivo establecido en el Nuevo Michoacán, prefirieron destrozarlo y asimilar los 22 mil pesos por hectárea que habían invertido, según los costos dados a conocer por el especialista que vino a dar una plática en agosto anterior.
De acuerdo a la imagen del cultivo ubicado en el ejido San Luis, el propietario difícilmente recuperaría la inversión.
Con este fracaso, pierde una opción el productor local que está desesperado porque en el noble trigo no ve para cuando le irá mejor.
Aunque el ponente de la plática que se dio para animar a productores que se inclinaran por el garbanzo, por cierto amigo de la familia Félix Argil, dijo que el cultivo era de invierno y que la fecha recomendada para sembrarse era del 10 al 15 de noviembre allá en la Costa de Hermosillo y Valle del Yaqui, aunque había quienes extendían este período hasta el 22 de enero.
Se decía en aquella concurrida reunión celebrada en el Salón de la Pequeña Propiedad, que las heladas no siempre afectaban el cultivo, y fue precisamente es esto lo que pudo haber dañado a los dos cultivos locales por el hielo que cayó a principios de marzo.
Esas heladas de marzo (2 ó 3, según técnicos0, pudieron haber sido el factor que evitó que la planta creciera y se desarrollara normalmente, ya que los microclimas del valle hacen diferentes las temperaturas del Sur a las del Norte.
Para que se aclare lo que causo el fracaso del cultivo y los productores lo sepan, seguramente Ernesto Loera Orozco, como presidente de la Junta Local, hará con sus técnicos la investigación correspondiente, para que emita un veredicto que ayude a determinar al productor si es o no conveniente seguir intentando sembrar este grano.
Estos dos plantíos tenían acaparada la atención de los productores, porque si a sus propietarios Francisco Flores y Alejandro Félix Argil les iba bien, seguramente en el próximo invierno la superficie se iba a multiplicar.
Cómo no iba a suceder eso, si se dijo en la plática ilustrativa que dio el catedrático de la Unison, Ing. Mario Antonio Rodríguez, que el promedio de producción por hectárea sería de 2.28 toneladas y que el avío se cubría con 1.6 y el valor de la tonelada era de mil 200 dólares, cantidad que podría variar dependiendo de la calidad del grano.
Y el entusiasmo creció en aquella ocasión, porque productores exitosos acompañaron a la comitiva que encabezó el ponente, explicando que la comercialización estaba asegurada en mercados tan importantes como España, Turquía, Emiratos Árabe Unidos, entre otros.
Expusieron los propios productores, que el cultivo no presentaba tantas enfermedades como el trigo, y que con solo tres o cuatro riegos serían suficientes para llevarlo hasta el final.
Eso sí, lo advirtieron bien clarito, que el riego era peligroso y que tenía que hacerse con extremo cuidado para no ponerle agua de mas que lo afectara.
Este factor combinado con el clima, pudo haber sido el causante del desastre, pero repito, será la Junta Local de Sanidad Vegetal la que descubra las verdaderas razones de lo ocurrido.
Lo cierto es que a esta leguminosa como también el cártamo, el productor lo ve con respeto, porque a pesar del buen precio que tienen en el mercado y los jugosos apoyos que ofrece el Gobierno Federal, no lo cultivan, siguen dentro del trigo y ahora también del algodón.
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